Miles de años después de Ulises, en tiempos de Instagram, Google Maps y los turoperadores masivos, ¿qué sigue motivando al ser humano para viajar y contarlo?
Según la Odisea; sería en las proximidades de Ceuta, y con la creencia de que más allá no había nada, donde Ulises decidió emprender el camino de regreso a casa. Precisamente desde las proximidades de Ceuta es donde comienza este libro, un recorrido de 3.500 kilómetros en el que el autor nos invita a acompañarlo a través de los dos lados del muro que separan hoy los antiguos territorios españoles en el Sáhara.
Con el objetivo de llegar a los campamentos de Tinduf por una ruta muy poco frecuente y desaconsejada tanto por las autoridades marroquíes como saharauis, el lector se encontrará con migrantes que emprenden el camino inverso para llegar a Europa, seguirá el rastro en Tánger de un Paul Bowles anclado en la nostalgia y en Tarfaya de un Saint-Exupéry que germinó El Principito a base de naufragar en todos los desiertos del planeta. Se internará en el Sáhara subido al tren más largo del mundo, conocerá como afecta el conflicto territorial a la población saharaui, buscará los últimos rastros de presencia española en la zona, conocerá a Bouh; un minusválido que salvó la última iglesia española de Dajla, sentirá la vigilancia de la policía marroquí de El Aaiún, y llegará hasta las míticas ciudades mauritanas de Chingueti y Uadane alternando por el camino con mandatarios internacionales e instagramers, desde miembros del Frente Polisario a miles de personas que sueñan con llegar a Europa, desde cooperantes chiflados, niños saharauis que pasan sus veranos en Ibiza o con los últimos nómadas del desierto.
Sin noticias de Ítaca, un hilarante road trip entre check points, muros y fronteras, nos habla sobre la necesidad, siglos después de la Odisea, casi adictiva de seguir moviéndonos y contándolo. Pero también de los fantasmas que crean la literatura y el recuerdo del viaje, de la necesidad de volver a casa o de huir de ella, de las obligaciones autoimpuestas y de los círculos que no siempre tienen por qué cerrarse para que merezca la pena salir de Ítaca.