Con una extraordinaria precisión en el estudio de los personajes, y un estilo directo y sin rodeos, Angelika Schrobsdorff narra en «Hombres» otra de sus grandes novelas autobiográficas, a la altura de «Tú no eres como otras madres» la educación sentimental de una hermosa joven que alcanza su madurez entregada a la furia de vivir, sobrevivir y revivir. Eveline Clausen, la turbadora protagonista de esta novela, es hija de padre alemán y madre judía, y su infancia se desarrolla en pleno ascenso del nazismo. No es sólo un personaje «construido» con partes de la vida de la propia Schrobsdorff y de otras mujeres a las que conoció en su juventud, sino toda una figura de carne y hueso. Una verdadera mujer que pierde su candidez, su inocencia, y se lanza a vivir ávida e intensamente, sin ninguna preocupación moral, para ahuyentar todos esos miedos que la acechan desde muy niña. Los hombres, los distintos hombres que pasan por su vida (este libro es un perfecto estudio de muchos tipos de ellos), son tan sólo el medio para evadirse de la dura realidad, de la persecución y del hambre. Estos hombres, que siempre ocupan una posición de poder (y lo ejercen), van convirtiéndose, gradualmente, en el único universo de Eveline; les pide amor, pasión y la posibilidad de huir (de su madre, de sus propios deseos, tristezas y necesidades), aunque casi todos ellos, víctimas también del egocentrismo de la joven, le resultan decepcionantes.
Experimentamos un desasosegante apego por el personaje de Eveline, alter ego de Angelika, porque en todo momento la sentimos viva, angustiada, desgarrada; una víctima «culpable» de la Alemania derrotada, una joven perdida tanto en las calles arrasadas por los bombardeos como en los salones de baile y las villas de lujo. En muchas novelas de aprendizaje, la protagonista es una joven apocada, discreta y estudiosa; pero Eveline es muy distinta aunque también muy autocrítica. La frescura y la crudeza de su voz nos arrastran sin remedio hasta los conmovedores capítulos finales.